Yo nunca duermo, solamente sueño.

miércoles, 16 de octubre de 2013

El periodismo actual no informa, intenta influir en la plebe.

Las mentiras repetidas muchas veces, por desgracia, al final se convierten en verdad. Cuando un medio informativo nos repite hasta la saciedad lo que quieren que nos creamos, al final nos lo terminamos creyendo. La mala influencia y la critica hacia lo diferente está muy presente en los medios escritos, en papel y electrónicos. Tienen las emisoras de radio llenas de proclamas partidistas y sectarias. Intentando llevar su ideal político-religioso hasta las masas que tienen ideas contrarias a ellos a base de miedos y amenazas. Todo junto a la guinda de la auto-excelencia, su conduzca intachable que aun siendo la más corrupta y criminal es siempre mejor que la nuestra y la tenemos que aceptar porque dicen saber lo que nos conviene mejor que nosotros mismos.

La exageración de las supuestas malas conductas ajenos es inversamente proporcional al oscurantismo y la permisividad que tienen con sus semejantes que toman un camino fuera de la ley. Con unos ideales contrarios incluso a la libertad individual de las personas, más cercanos a regímenes totalitarios del siglo pasado, los cuales hemos luchado mucho por que no se vuelvan a repetir, pero que ellos parece que quieren que se vuelva a revivir, siendo ellos los que mantengan el poder opresor. Bien por medios económicos, laborales o lo que es peor por una educación que nos deje en niveles subdesarrollados. Les gustaría ser una élite dirigente rodeados de incultos trabajadores, silencios y obedientes a sus designios.

Más allá de la influencia está el insulto y la descalificación hacia el que piensa diferente. Cuando una persona está delante de un público y demuestra su poca personalidad criticando y rebajándose a faltar a la persona de ideología contraria. Cuando es llevada a juicio varias veces por estos actos y declarada culpable, alguien creo que tendría que parar esta situación y poner los medios para que deje de hacer estos actos impunemente. La libertad de expresión llega a su objetivo cuando se hace dentro de un respeto mutuo. Cuando se pierde el respeto o incluso se trata de cohibir al contrario, se acaba el estado de derecho. Además que medios de comunicación estatales que pagamos todos los ciudadanos madrileños permitan estos actos dentro de su emisión me parece que es ir demasiado lejos. La justicia tendría que actuar tanto contra el que comete estos actos como contra el dirigente político y del medio de comunicación que los permite o los incita.

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