Yo nunca duermo, solamente sueño.

jueves, 2 de abril de 2015

La falta de educación tecnológica española nos pone a la cola de Europa.


Con dificultad se está introduciendo la informática en nuestras vidas. No es necesaria, ni nos hará la vida más fácil. Pero el retraso en su adopción por la población media con respecto a otros países es ya notable. Aquí parece que el tener un teléfono de última generación y una televisión de demasiadas pulgadas es estar inmerso en la nueva era tecnológica. Que equivocados estamos, el uso de dichos dispositivos demuestra la afirmación. Que en los años 80s, la gente no supiera programar el video VHS era una cosa normal. Que en la actualidad, incluso con los asistentes, no sepan sintonizar los canales, es ya la guinda de nuestra ignorancia. Incluso la instalación o eliminación de aplicaciones en los teléfonos se convierte en trabajos hercúleos para el españolito medio. La simplificación de las tareas hace que incluso una vez tienen una aplicación como 'Caralibro' o 'wassap', dichos usuarios intenten realizar el resto de las operaciones del teléfono con dichas aplicaciones. Convirtiendo en dramas la perdida de la agenda del teléfono o la falta de cobertura de datos durante algo más de una hora. Por no hablar el no contestar un mensaje, como si fuera necesario estar pendientes de que han aprendido a enviar un mensaje.

El retraso que más destaca es del comercio electrónico. Las páginas de venta de productos de las tiendas no pertenecientes a multinacionales. Escasas son las tiendas on-line que funcionan normalmente. Incluso algunas grandes empresas como FNAC y ElCorteIngles, tienen problemas de gestión en sus páginas. Faltan productos o los que tienen no tienen stock. Con la inclusión en las grandes páginas de venta on-line de vendedores particulares, también se ha juntado el descontrol de precios, métodos de envíos, etc. Sumado al muy deficiente sistema de tratamiento de los envíos, que está en manos de unas pocas empresas, las cuales tienen a operarios con ínfimos sueldos, vehículos de transporte en deficientes condiciones y sistemas de seguimiento de pedidos e incidencias poco transparentes para el cliente. Es más satisfactorio pedir un producto en el extranjero que en cualquier página española. Porque lo más normal es que o ya no funcione o sea un fraude.


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