Blade, el vampiro que ha visto la luz del sol. Este es el lema del superheroe vampírico protagonista de una saga de cómics, que fue llevada al cine y a la televisión en forma de serie. El éxito de estas películas ha ido decreciendo según ha pasado el tiempo hasta su abandono por la productora. La primera entrega se estrenó en 1998 con un gran éxito de taquilla gracias sobre todo a un público joven encantado con este nuevo concepto de héroe de acción. Las críticas fueron muy malas, pero poco importó, gracias a la gran acogida del público. Wesley Snipes protagoniza la película y también está involucrado en la producción. El director es Stephen Norrington, quien no ha vuelto a realizar una película buena desde entonces. También tenemos actuando a Stephen Dorff como el vampiro Frost a quien Blade tendrá que derrotar y a Kris Kristofferson en el papel de Whistler, el ayudante y amigo de Blade.
El argumento no es muy rebuscado, mientras Blade intenta erradicar a los vampiros de la ciudad tiene que rescatar y cuidar a una mujer a la que han mordido para que no se transforme con una cura que ella misma desarrolla. Mientras el vampiro Frost y sus secuaces intentan apoderarse del poder de la sociedad oculta de los vampiros sometiendo a el resto de los vampiros. Pero en el camino se enfrentan Blade y los esbirros de Frost porque han atacado y dejado moribundo a su amigo Whistler en su propia guarida. Blade les persigue hasta que llegan al enfrentamiento final donde derrota a todos los esbirros de Frost, para en el enfrentamiento con este, que ha adquirido grandes poderes gracias a un rito vampírico. Lo consigue derrotar inyectandole varias dosis de la cura que desarrolló la mujer rescatada.
Con el éxito de la primera parte, no se dudó en repetir con una secuela y además se encargó a un gran experto en el género de la acción con ciencia ficción, Guillermo del Toro. Aunque los efectos especiales y el maquillaje fueron mucho mejores que la anterior entrega, siguió sin contentar a la crítica. Esto no fue problema en la taquilla que volvió a tener una buena recaudación un poco superior a la anterior entrega. Rodada casi en su totalidad en Europa y principalmente en la república checa, es la más siniestra y trepidante de la saga. El antagonista de Blade es Jared, un vampiro con una mutación que hace a los vampiros más temibles y menos parecidos a los humanos. Entre los ayudantes de Blade se encuentra el actor Ron Perlman. También cuentan en el reparto con un pequeño cameo del actor español Santiago Segura.
En la historia nos cuentan como Blade en la búsqueda de su compañero Whistler por Europa se encuentra con unos dirigentes vampiros que le instan a unirse a ellos en la lucha contra una raza de vampiros mutantes que están esquilmando sus filas. Se une a un grupo de vampiros guerreros que previamente habían ido a matarle y se enfrentan a los llamados 'Reapers'. La lucha es dura porque los vampiros mutantes son resistentes a todos los 'trucos clásicos' para matar vampiros, tanto que incluso la hija del vampiro dirigente, Nyssa, se une a la lucha para poder usar sus grandes conocimientos. Se descubre que esta mutación era culpa del vampiro dirigente, que realizó experimentos con su propio hijo, Jared Nomak, que se convirtió en el Reaper original. Este mata a su propio padre, para después morder a su hermana y dejarla moribunda. Finalmente termina enfrentándose a Blade, quien lo derrota y acaba con la mutación. La escena final es muy emotiva, deja a Blade con Nyssa muriendo en sus brazos mientras ven el sol del amanecer.
A parte de las películas, también quiero destacar las bandas sonoras de las dos películas, que son una recopilación de canciones tecno de autores tan reconocidos como Paul Oakenfold, Fatboy Slim y otros grupos como Massive Attack y Mystikal. Destaca la música que suena en la primera película, mientras se desarrolla la escena en una rave vampírica y nuestro protagonista se pasea por ella. También se sacaron vídeo-juegos de las dos entregas, los cuales no fueron muy buenos y no cosecharon muchas ventas, pero como curiosidad decir que no seguían el argumento de las películas.
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