Después de un verano en el que he podido ver en el cine varias buenas películas, comento de pasada algunas que me han parecido malísimas y no recomiendo ni mirar de reojo.
House of the Dead. Con la escusa de la franquicia de un vídeo-juego de terror, del género de disparos en primera persona. El infame director de películas de serie Z, Uwe Bolt se desmarca del guión del juego para intentar, sin éxito, hacer una película mezcla de Viernes 13 con Resident Evil. A la mitad de la película ya quieres dejar de verla, pero si consigues llegar hasta el final veras que incluso deja abierto una continuación, que no llegó a realizar él, pero que alguien hizo con identico pésimo resultado.
Campo de batalla: la Tierra. Idea llevada a la pantalla por el actor John Travolta. Basado lejanamente en un libro del creador de la secta de la cienciología, en la cual militan muchos de los actores que participan en la película. Se basa en que la humanidad está esclavizada por otra raza de un planeta lejano. Los actores se pasean por la pantalla, los efectos especiales son malísimos y el guión es confuso además de poco creíble. Además la productora utilizó esta película para hacer desfalco. De chiste.
El patriota. Historia dramática hasta lo ridículo. Dirigida por Roland Emmerich y protagonizada por Mel Gibson. Si sumamos que son dos personas de las que por opinión tengo del mundo del cine a que ambos ejercieron de directores en el rodaje. Que el guión no tiene rigor historico, con situaciones de excesivo dramatismo para sensibilizar al espectador. Mezcla historias para ser una copia de 'Braveheart'. Con un gasto estratosférico, el cual recuperó en taquilla gracias al sentimiento anti-ingles que perdura en los americanos.
Soy espía. Espectáculo de autobombo para los dos actores protagonistas, los cuales son humoristas, pero que en esta película se les olvidó el oficio. Mas que nada, sirve para mostrar al mundo las bondades de la noche de Budapest. Con un fracaso de taquilla, por lo visto fuimos pocos a verla. No se salva ni la aparición de la magnífica actriz Famke Janssen. El argumento es irrisorio, los servicios de inteligencia americanos utilizan a un boxeador de éxito para que se infiltre en una organización que ha robado un avión experimental y lo recupere. Para olvidar.
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