Dentro del nuevo orden mundial hemos heredado los peores regímenes del siglo pasado y además hemos añadido otros nuevos. Los resurgimientos de los bloques militares, ahora en potencias económicas que realizan desvaríos comerciales para controlar los mercados y al resto de los países. Aquí en Europa hemos sufrido una incomprensible crisis económica por culpa de las maquinaciones de los grandes poderes económicos y las agencias de calificación. Todo esto ha ocurrido en solamente diez años, con unos movimientos en la sombra que han cambiado la economía del planeta, donde se ha pasado de la esperanza del futuro a la inquietud del presente. Con una participación nuestra que da miedo, permitiendo que la escalada de recortes de libertades sea cada vez más descarada. Sin impedir que los poderos se aprovechen de las leyes que ellos mismos han creado para perpetuarse en el poder y continuar exprimiendo al vulgo.
Uno de los ejemplos más conocidos y por ello no menos permitido es China. Un país donde la democracia nunca ha sido una forma de gobierno en su milenaria historia. Este es un caso muy extraño, donde la política está gobernada por una tiranía corporativa que se hace pasar por régimen comunista, que actúa como uno de los gobiernos más agresivos comercialmente, asustando a los cobardes gobiernos como el de nuestro país con un chantaje comercial. Bajo un control de las libertades férreos y una censura de los medios digna de la mejor dictadura, viven millones de personas exclusivamente para ser la fábrica de todos los productos imaginables del resto del mundo. La mayoría de ellos viviendo en condiciones infames con horarios abusivos y unas remuneraciones ínfimas. Con problemas de sobre-población y grandes indices de contaminación que recuerdan a la época de la revolución industrial europea del siglo XIX.
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