Hace tiempo, cuando por culpa de mi despido y por mi situación financiera difícil dejé muchos de mis placeres mundanos: ir al cine, comprar libros o películas y también dejé de asistir al estadio Vicente Calderón a ver al Atlético de Madrid. Me puse como tiempo de cadencia hasta que encontrara trabajo o hasta que Fernando Torres volviera a jugar con nuestro equipo. Pues se ha cumplido una de las dos, Torres ha vuelto. Por la puerta trasera y con pocas esperanzas de resurgir, de volver a ser uno de los referentes del equipo. No me gusta incumplir promesas, pero si mi situación económica hace dos años era incierta, ahora es muy clara, estoy sin un clavel y no puedo volver a pagar el dinero de un abono de temporada y casi ni el de una entrada. Si tengo que elegir entre ahorrar 50€ para un capricho, seguramente que no será el volver a ver al Atlético de Madrid. Lo siento muchísimo y me apena haber perdido la ilusión, esa que tanto proclamaban las campañas publicitarias. Más de veinte años pasando penurias con la reforma del estadio, con el descenso a segunda división, con la imposibilidad de ganar un partido al eterno rival, etc.
Viendo los 'problemas económicos' del fútbol me hace reírme falsamente al verles quejarse. Hasta las más altas esferas llegan los escándalos de corrupción, con una permisividad increíble por parte de las autoridades y también de los aficionados. Sobornos por votos para que se celebren los acontecimientos deportivos en países donde ningún jugador quiere participar. Equipos con deudas millonarias, que son perdonadas o pasadas por alto por las entidades fiscales de los países. Los cuales si fueran empresas normales estarían intervenidos y en concurso de acreedores. Dirigentes que tienen causas pendientes judiciales con la ley y son vitoreados por los aficionados. Sueldos multimillonarios a jugadores que evaden impuestos y no pagan a las haciendas de los países donde cobran o residen. Amaños en los partidos para que equipos históricos no desciendan de categoría o incluso que desaparezcan. El ir al fútbol pagando una entrada o verlo por televisión pagando por visionarlo es colaborar con el delito, fomentar que se sigan haciendo estas injusticias. Mientras personas normales se quedan en la calle o pierden todo lo que tienen por la rapiña de los mismos que perdonan a estos nuevos espectáculos de masas como los antiguos circos romanos.
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